sábado, septiembre 12, 2009

EL MONSTRUO DEL LAGO


Era la primera vez que pasaban un fin de semana juntos. Habían estado toda la mañana buscando donde quedarse en una camioneta maltrecha. Él quería impresionarla con una cabaña con vista al lago y encontraron una inmensa con doce camas.

Habían dormido poco el día anterior, madrugando mientras conversaban y tomaban cerveza en el muelle de los vecinos, de manera que decidieron recostarse un rato antes del almuerzo.

Tras la siesta prepararon un asado en la terraza de la casa para dos con hospedaje para doce. Rieron y comieron hasta que comenzaron a discutir y ella caminó enfurecida hasta la orilla del lago.

Sin darse cuenta se ubicó justo en el borde del muelle y tropezó hasta sumergirse en las lechugas acuáticas. A lo lejos observaba que él se acercaba corriendo tras observar la escena. No pudo aguantar las carcajadas.

En cosa de segundos unos brazos fuertes la rescataban de su breve ahogo. Un año y medio después hubiese deseado que la dejara sumergirse entre los motores oleosos y sus combustibles contaminantes.