De vez en cuando me gusta detener el tiempo. La última vez que lo hice iba en un auto humeante con mi amiga Sofía. Avanzábamos atrasadas y el incendio incipiente no nos dejaba seguir.
La preocupación se desvaneció cuando empezó a sonar una hilarante canción surfista que apareció como el telón de fondo perfecto para la escena.
Los vecinos de carretera comenzaron a hacernos señas, mirando sorprendidos nuestras carcajadas por la comedia trágica de un auto enorme con pasado distinguido y la inexperticia mecánica de sus ocupantes.
Días después le conté la historia a unos magos que la pusieron en escena justo frente a mis ojos con pañuelos rojos. Mi conjuro se hizo realidad, había congelado el tiempo.
jueves, diciembre 10, 2009
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jajaja linda amiga
ResponderEliminar¡y nos esperan muchas aventuras más!
ya vas a ver
nunca dejaremos de soñar