miércoles, noviembre 16, 2011

NOVIEMBRE EN LA AUTOPISTA


Venía por la autopista manejando de memoria, escapando de las obligaciones del día. En algún momento pensé que podrías cruzarte en la camioneta, por el lado o de frente. Pero la música me distrajo y me llevó a otro tiempo, sacándome de la carretera que se empezó a nublar a la altura de mis ojos. Pensé en comprarme un ofertón de desaparición. Una inexistencia del mercado bastante necesaria en casos como este, que ofrezca un retorno sin complicaciones en “uno, dos y hasta tres meses”. 

Resignándome a tener que digerirlo todo despierta, seguí conduciendo, esperando que el avance cada vez más lento de mi auto no perturbara al resto de los conductores.  Demoraba la llegada, creyendo posible vivir un rato sobre ruedas, entre vidrios, sin destino, mirando las líneas de la calle desaparecer unas tras otras.

Recordé uno de tus neologismos, amorgura, y te lo robé. La había tomado prestada unas semanas atrás en la feria del libro. La anoté en un papel amarillo y la estampé en la orilla izquierda de la pared, a escondidas de mis amigas, al lado de cientos de frases de otros visitantes.

Me pregunto que habrán hecho con todos esos gritos afónicos.

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