martes, diciembre 13, 2011

TERIOMORFOSIS Y TAUROCTONIA o lomo vetado



Todos los asistentes habían dejado las graderías, arrancando de la tarde calurosa después del encendido pasatiempo. Todavía quedaban varias horas para el anochecer de verano, que siempre llega atrasado. En el escenario que comenzaba a desolarse, los asientos antes relucientes empezaron a mostrar sus pifias.

Un raspón de pintura, un pedazo de madera emblandecido por los hongos y el chirrido de las partes metálicas sin aceitar recordaban a la gitana que el brillo depende de los ojos que lo miren. Cuando esa mirada busca encandilarse, encuentra el dorado, como quienes caminan tras los cántaros al final de arcoíris.

Mientras pensaba en la imagen de sí misma años atrás, corriendo tras las franjas de colores que aparecen cuando el sol atraviesa pequeñas gotas de agua, también veía a la mujer que décadas después volvía a desilusionarse cuando el final se escapaba de su recorrido. Con las manos empuñadas, trataba de sostener el desvanecido jarrón de la esperanza, sin poder sujetarlo, una y otra vez.

En eso estaba cuando escuchó el rugido desgarrador de un toro en medio de la arena. Se dio vuelta para observar de cerca la danza de esos hermosos músculos negros todavía palpitando aniquilados por la impotencia, las pezuñas combatientes apretando con ímpetu la tierra que le hacía sangrar las patas, la furiosa respiración que le arrancó el pecho -haciéndoselo saltar por los aires como si se le fuera a escapar el corazón- la enorme y potente cabeza gacha dispuesta a un ataque inexistente, peleando contra sí mismo, enceguecido por el ruido lloroso de las palmas de la gitana que sonaban cada vez más tímidas, abochornadas del poderoso eco que le daba ese escenario. La belleza de los filudos cuernos, todavía relucientes, la conmovió aún más.

Él se preparaba para la estocada final, cansado de esos ojos tristes que lo miraban hace rato, aburrido del sollozo filudo de los tacones cada vez más lejanos, ansioso de volver al lugar que había escogido para descansar. A lo lejos, una laucha insignificante atravesaba rauda las puertas traseras del estadio.

Y entonces vino el huracán negro. Primero, la rodeó de recuerdos felices, simples como los instantes que se asoman cuando ella se adormece en los días buenos, entrecerrando los ojos antes de caer rendida, mientras mira las hojas tras el ventanal que la mecen y arrullan recordándole que el tiempo se parece a los árboles. Luego, como si todo fuera un sueño, se enfrentó al laberinto donde el toro se hace mitológico y se transforma en minotauro.

De pronto se encontró sobrevolando el mar, muy cerca del sol, enceguecida por los recuerdos de los cristales de tierra que flotaban en el aire sobre la arena que habitaba el toro, el de antes. Todo se confundía con el final del arcoíris, mientras los poderosos rugidos del pasado se alejaban con el mecer de las olas que aparecían en la costa, ahora bajo la luna. Perdida, sintió vergüenza y se escondió para siempre en la primera isla que encontró a su alcance, atorándose con las pelusas de arena mojada que tragó sin darse cuenta al aterrizar, esperando que todo hubiera sido mucho más que un sueño.

lunes, noviembre 28, 2011

BREVE ANOCHECER


Frente a la pequeña terraza, al lado del río, los álamos del anochecer de Talca se vuelven dorados. ¿Será la luna? El cielo se degrada de arriba para abajo y los árboles brillan solo por delante.

Siempre me ha impresionado el mecer calmo de las hojas, todas diferentes, rozándose, armando una melodía verde, única cada vez, de tonalidades cambiantes.

Movida por la tibieza de esta noche que anuncia el verano, el río se me acerca y salgo hipnotizada a sentarme en la mecedora del balcón, frente al cuarto menguante que me parece cada vez más diminuto a medida que me acerco.

Los azules del fondo se ennegrecen, trayendo consigo la noche. Fue cosa de minutos.  

miércoles, noviembre 16, 2011

NOVIEMBRE EN LA AUTOPISTA


Venía por la autopista manejando de memoria, escapando de las obligaciones del día. En algún momento pensé que podrías cruzarte en la camioneta, por el lado o de frente. Pero la música me distrajo y me llevó a otro tiempo, sacándome de la carretera que se empezó a nublar a la altura de mis ojos. Pensé en comprarme un ofertón de desaparición. Una inexistencia del mercado bastante necesaria en casos como este, que ofrezca un retorno sin complicaciones en “uno, dos y hasta tres meses”. 

Resignándome a tener que digerirlo todo despierta, seguí conduciendo, esperando que el avance cada vez más lento de mi auto no perturbara al resto de los conductores.  Demoraba la llegada, creyendo posible vivir un rato sobre ruedas, entre vidrios, sin destino, mirando las líneas de la calle desaparecer unas tras otras.

Recordé uno de tus neologismos, amorgura, y te lo robé. La había tomado prestada unas semanas atrás en la feria del libro. La anoté en un papel amarillo y la estampé en la orilla izquierda de la pared, a escondidas de mis amigas, al lado de cientos de frases de otros visitantes.

Me pregunto que habrán hecho con todos esos gritos afónicos.

martes, noviembre 01, 2011

EN EL DÍA DE LOS MUERTOS


De vez en cuando, cada ciertos años, morimos.La vida que pensábamos vivir desaparece. El futuro imaginado se convierte en pasado inexistente y los sueños, pesadillas al despertar en este presente nuevo, de recién nacido, otra vez.

Hasta que el viento mece las ramas del árbol que ha estado siempre frente a nuestra ventana y nos recuerda esa vida que olvidamos,sabiendo que no somos los mismos

sábado, octubre 22, 2011

A PILLOW BOOK OF MY OWN DOS


Durante meses deambulé por ese castillo esperando la sorpresa de la habitación siguiente. Cada vez que daba vuelta la manilla y dejaba la anterior a mis espaldas aparecía una nueva pieza oscura, distinta, pero finalmente similar.

Atrapada en el laberinto de esa oscuridad instalaba mis esperanzas en ese breve instante en que la puerta giraba.
 
Hasta que encontré un enorme portón de bronce. Pesado, antiguo y oxidado. Sacudí el polvo, soplé las telarañas y con todas mis fuerzas logré moverlo. El imponente edificio quedó atrás mientras la luz del sol me recordó como era tener una inmensa llanura frente a mis ojos.

jueves, octubre 13, 2011

A PILLOW BOOK OF MY OWN UNO


Te vi de mañana de tarde y de noche. En verano, otoño, invierno y primavera, sobre todo en invierno. Comimos y hablamos. Anduvimos en mi auto, en el tuyo y también en taxi. Nunca en micro, metro ni bicicleta, aunque si caminamos. Siempre en la ciudad. Nunca en la playa ni en el campo. Tampoco subimos a un avión. Si escuchamos música. Aunque siempre soné que me leyeras por las noches en voz alta, solo hojeamos libros distintos. 

Te imaginé toro, gato y tú a mi laucha. No te vi bailar, pensé que sería divertido y traté de visualizar varias veces cómo lo harías. Tampoco me viste a mi, aunque muchas veces, todavía, lo hago pensando en ti. Si me viste con lentes. Te vi mal genio, me viste triste. Nos vimos sonreír y llorar. Soñar también. Nos escuchamos los recuerdos y hasta algunos traumas. 


Te imaginé de niño. No te comiste mi sándwich ni te tomaste mi té. Compraste café, leche, vino y hielo. Yo no compré nada. Estaba esperando que todo cambiara. Y todo cambio. La mayoría para bien. La mayoría

lunes, octubre 10, 2011

ME NOMBRO


Hoy me llamo Odysea Inoportuna.
Un día pensé en llamarme María Alberti.
Pero ese bautismo me fue negado.
Odysea intenta ser una versión mejorada de mi misma.

Le sacudo las culpas sin borrar las letras que esculpieron en mi sangre.
Con mi propio pincel, después del amor y la muerte


“A pillow book of my own”

miércoles, agosto 17, 2011

DE VIOLETA CON DESPECHO



La mañana de la primera despedida parecía un día cualquiera, hasta que le vereda empezó a entrar por el vidrio del parabrisas como lava de volcán. Abrió la puerta rápido, atravesó la poca luz verde que quedaba y tomó un taxi. El chofer la miró y subió el volumen de la radio, mientras ella atajaba los detalles, sintiendo que esa mañana iba a desmoronarse. Olvidarían si fue jueves o viernes, la ropa que usaban, lo último que dijeron ¿Sonreiremos en un tiempo más con los recuerdos, diferentes los tuyos de los míos, sin que nadie sepa cómo fue todo en realidad?, pensaba.


Mientras entendía como el olvido le atravesaba el cuerpo, espantándolo para que permaneciera recuerdo, analizaba su anatomía. Entraba como navaja por el ombligo, rasguñándole el estómago cuando estaba desprevenida. Si trataba de calmarlo con las manos, se movía veloz hacia el pecho, latiendo como un ente ajeno. Bebía agua dulce para disolverlo y se iba, momentáneamente, para aparecer horas después arándole la cabeza, haciéndola rumear un pasto seco de frases y preguntas. A la par, asomaban en la piel heridas frescas y sangrientas que luchaban anticoagulantes para no convertirse en cicatrices. Durante la noche los músculos se contraían, llenándole el amanecer de dolores que permanecían por días, entorpeciendo su movilidad, dificultándole el baile.


Esta investigación fisiológica tuvo varias pausas. Suspiros compartidos. Instantes robados al tiempo real. Felicidad prestada al curso de las cosas. Reencuentros sin destino. Sueños sin promesas. Propuestas sin explicaciones. Y el olvido esperaba mirándolos de lejos. Parecía una carreta rauda, amenazante, que levantaba polvo sobre sus espaldas.


Hasta que apareció un gavilán. Seguramente los estaba rondando hace meses. Probablemente los observaba acercarse y alejarse con los ojos fijos. Amenazaba paciente mientras veía como se alimentaban día tras día. Y se apoderó de ellos, atacándolos por sorpresa. Con el vuelo bajo, así como hacen los gavilanes, los acechó para lanzar todo al silencio de un plumazo que les atravesó las entrañas.


Dicen que era una hembra la que los atacó, pues los machos se lanzan sobre pájaros pequeños. Rumorean que tras el ataque no volvió jamás a cazar, aniquilada por la defensa feroz de sus víctimas. Cuentan, también y con diferentes versiones, que quedaron vivos. Que deambulan separados, cada uno con sus cicatrices, de noche, rapaces, con los ojos blancos, tratando de recordar cómo era eso del olvido.

lunes, mayo 30, 2011

REQUIEM DE BARRO

Me salí del carro al anden de la estación y me quede con mi trocito de felicidad en la mano,avergonzada de atesorar tamaña pequeñez frente a la inmensidad de tu parcela. Justo antes que llamaras caminaba feliz con mi tristeza, mía y real, esa mañana llena de bocinas y empujones.

Pero los sueños son sueños y el papel, papel. Tome una espada filuda e intenté sacar la bala de mi pecho, haciendo que mi forado se agrandara todavía mas. Camine con mi hueco todo el día buscando un pecho nuevo. Como no lo encontré lo rellené con barro, pero me intoxiqué y vomité.

Me quedé parada mirando el suelo pensando como organizar ese rompecabezas de desechos mustios, sin poder juntarlos. Los demonios del suelo cobraron vida y se burlaron de mi, convirtiéndose en sátiros de colores brillantes y sonrisas perversas.

Con los tenores mas profundos del universo de fondo, bajo un telón con el negro mas negro, se cerró la escena de este réquiem.

martes, abril 26, 2011

TÚNEL


Triángulo punzante quita aliento, husmeas mi espacio amenazando, te acomodas en el cuello haciéndote guillotina, esperas que me desvanezca y te mueves hacia los brazos paralizante.  
Escapo y veloz te haces flecha justo en medio de mi pecho, observas directo, apuntas e inyectas preciso. La línea envenenada comienza el recorrido mientras me auscultas los latidos.
Reduzco el ciclo de las bocanadas para quitarte el oxígeno y dificultar tu investigación. Te multiplicas en esferas, burbujas que se confunden con mi sangre, invadiéndome.  
Trato de calcular la geometría de mi alma y sospecho de ese orden. Me pierdo en las arterias intoxicadas.  

lunes, abril 18, 2011

MATÍAS COUSIÑO

Fatigada por lo resuelto y ansiosa de lo pendiente salgo todos los días a la una y media a comprar algo para comer.  La ruta se inicia sin paciencia para esperar el ascensor, bajando rauda los seis pisos de escalera.
 Primer intento, salir del edificio y atravesar efectivamente el pasaje Matías Cousiño para llegar a Moneda. Parece simple. Acá vamos.
Todos están igualmente hambrientos a esa hora, achoclonados frente a la entrada del edificio. Algunos caminan y paran mientras se meten la mano al bolsillo buscando el celular, mirando para el lado contrario al que van a caminar. Primer topón. Otros, la mayoría, te patean por atrás, husmeándote el cuello para apurarte el paso y hacerse un espacio entre los que vienen en dirección contraria.
Pienso en comprar donde la Vivi, el lugar del pasaje donde todos se pelean por un tiple aceituna. Cada vez que entro, creo que voy a aprovechar mejor los cincuenta minutos, terminándolos  con un cigarro reposado en la ventana del pasillo. Error. El lugar se ha hecho tan chico, que quedo ensanguchada entre los que piden el vale, los que hacen la fila para pagar y los que esperan su bolsita café.
Chatarra, pienso, creyendo que caminar por Moneda será fácil. Como Matías Cousiño queda a mitad de cuadra y la esquina más próxima es Ahumada, no tengo más alternativa que atravesar  la calle entremedio de los autos. Me sumo al resto de los peatones que pensaron igual que yo y hacemos taco. Estoy al frente.
La vereda es tan estrecha, que me encuentro con los chicos de Brinks descargando las bolsas con billetes, justo frente a la librería. Me recuerdan el libro que quería comprar. Entro sintiéndome fatigada por la falta de glucosa. No encuentro el autor. Hago una fila para preguntar y el que atiende revisa el computador. Deambulo por los estantes siguiendo sus instrucciones hasta quedar de guata en el suelo, esperando encontrar lo que ando buscando. No está. Después de un par de puteadas, vuelvo a Moneda con mi libro, lo abro y busco un basurero para botar el plástico protector.
¡Pero mijiiiita! me gritan los chicos de Brinks ¡eso no es para la basura. Ahí es donde guardamos la plata!
Riendo, choco con un mecánico fornido que carga en su hombro una radio gigante, tarareando su canción gay. Luego, me topo con una pareja de gordos que se cuentan lo que comieron el día anterior, mientras engullen unas papas fritas con las manos aceitosas.  Hojeando el libro, me tropiezo con el perro que busca echado el huequito de sol en medio de la atiborrada vereda.  Hasta que llego a la entrada de Matías Cousiño y me conmuevo, como todos los días, con el paralítico que escucha romances de la nueva ola. Alguien lo instala diariamente allí, temprano en la mañana, y lo deja enchufado a su radio a pila, vendiendo libros pirateados.
Ya pasó mi hora de almuerzo, recuerdo. Me compro unas galletas de avena en el kiosko y espero el ascensor.

sábado, abril 16, 2011

SIN MOÑO


Se supone que las abuelas son dulces. Usan moño gris y cocinas galletas para los nietos.
 Una de mis abuelas se creía la Elizabeth Taylor del barrio cuando yo nací. Usaba delineador negro, y se contorneaba curvilínea en unos jeans pata de elefante por la cuadra donde pololeaban mis papás.
 La otra me enseñó a echar chuchadas, bien dichas, claro. Cuando era chica y estaba en la ducha, ella llegaba con productos para el pelo y me daba la lección de vida “siempre hay que tratar de no verse fea”. Después me llevaba al santuario de los zapatos y las joyas.
Una vez al año me quedo con mi abuela de los jeans en el verano. Llego en la noche, trago todas las delicias que prepara, regaloneo con mi tata y duermo en la mejor cama de la cabaña. Al día siguiente, después de almuerzo, parto con mi abuela a la playa, siguiendo el mismo recorrido que ha hecho durante cincuenta años. Nos sentamos bajo el quitasol, en medio de las conchitas, al lado de las rocas, cerca de la orilla del mar. Y hablamos.
La primera vez que lo hicimos me di cuenta que en treinta años no me había enterado que nació en el Valle de Elqui, que jugaba con los chanchos y que mi bisabuelo nunca aprendió español. También supe que cuando se casó, no sabía cómo llegaban los niños al mundo, aunque después tuvo tres, entre medio, a mi mamá.
Una de las veces que fui estaban arreglando las veredas. Mi abuela partió a la Municipalidad a alegar por el mal diseño. Explicó detalladamente por qué los trabajos iban a taponear las entradas de los autos. Cuando terminó le preguntó al encargado ¿firmo el reclamo a nombre de mi marido? Ni ella misma se había dado cuenta cómo los cambios de las últimas décadas la habían transformado.
Con la otra, la Raca, hace tiempo que no me siento a conversar. Cuando era chica me recostaba en la orilla de su cama con los palillos preparados para la lección de tejido. Ella sacaba los chocolates suizos que escondía bajo la cama y derretíamos juntas el cacao con la lengua, mientras conversábamos. “Me encanta la vida ajena”, decía, cerrando la frase con una carcajada. No puedo negar que a veces se pone pelotuda, pero amo su risa.

Antes se iba de viaje con sus hermanas. Gozaban la travesía, disfrutaban los paisajes, los malentendidos en inglés, las comidas europeas y las termas del Caribe, riéndose de las pechugas caídas con los años.
Quizá con mis hermanas haremos lo mismo en algunos años más.
Me gustan mis abuelas sin moño.


miércoles, abril 06, 2011

SEÑOR DE LOS ANILLOS

Aunque sea pronto es urgente.

Guarde los caballos hasta que pase la tormenta, que a la gitana de al frente no le gustan estas cosas. Taconea de rojo, pero separa los clavos de la guitarra y las palmas.

Cuando sienta los berrinches del encierro y crea que la vida es sueño, acuérdese que en su casa hay provisiones y que la copa está en la mesa, tras la mirada que conoce.

lunes, febrero 14, 2011

SOLO PASA


Ella estaba hojeando una revista sobre el mantel naranjo del comedor cuando él la empezó a mirar de esa manera.
¿Qué pasa?, preguntó ella.
Pasa que no buscas el éxito. Ya ni siquiera pretendes cambiar el mundo.
Ella dejó la lectura casual.
Pasa también que puedes bailar hasta las seis de la mañana, pero amas sentarte frente al mar y contemplarlo en paz. Pasa que quieres amar dependientemente pero adoras tu libertad.  Pasa que te encantan las cenas bien preparadas, pero sólo a veces tienes ganas de cocinar. Pasa que explotas intensamente cuando algo te molesta y luego vuelves descargada, esperando que olvidemos el mal rato. Y sabes que amo incluso ese genio que tienes.
Y bueno, también pasa esto. Que ahora te preguntas si siempre será así.  

sábado, febrero 05, 2011

MINOTAURO

El laberinto espeso de tu mirada
Me junta las cejas

Mientras, me ves de reojo
Revisas tu billetera.
Concluyes el discurso catatónico
Muestras tu honor arcaico
Y te escondes.

El toro con la boca llena de sangre
El monstruo solitario
La ruta eterna del retorno
¿Dónde estás Teseo?

THE MIRROW AGAIN


As the world falls down
You keep coming to me
Year after year
Always and forever
Just like this dance
That I am looking at right now
Wich has a broken mirrow
As then