lunes, marzo 12, 2012

LUNES EXTRAÑA A DOMINGO


A solo pocas horas de distancia mi horizonte de preocupaciones era café dorado en el borde inferior y azul plateado en el superior. En el centro, observaba los pliegues de mis pies exfoliados por el polvo que los recorría rodando, cada vez que me desviaba de la toalla para sumergirme en la arena, intentando contar los granos con el tacto.

Más arriba, mi cuerpo se acomodaba en las dunas que formaban el cuello, la espalda, los cuencos y las piernas, mientras los oídos sentían, a la vez, el sudor tibio que se derretía tras las orejas y el sonido frío del rocío de las olas, salpicando.

Un poco más allá, las gaviotas bostezaban, igual que el viento y, lejos, muy lejos, estaba el lunes que apretaría mis dedos con zapatos azules.

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